La Policía Nacional detuvo a Eduardo Édison M. C. por el delito de tráfico de drogas, sin embargo, al verificar su perfil se descubrió que el sujeto era un violador serial que habría cometidos al menos 10 agresiones sexuales contra mujeres en ocho sectores de la capital, razón por la cual se le dictó prisión preventiva.
De acuerdo a la información proporcionada por la Fiscalía general del Estado, estos casos de abuso sexual se habrían registrado en los sectores de Auqui de Monjas, Loma de Puengasí, Itchimbia, Miravalle, Alma Lojana, Maria Guadalupe, Guapulo y Cochapamba. Además, las autoridades conocieron de estos actos por las denuncias de las mujeres, niñas y adolescentes.
Una de las víctimas es Margarita, (nombre protegido), caso del que se hizo cargo la abogada y presidenta de la Fundación Resistencia Violeta, Marianella Irigoyen. Luego de tres meses, desde que sucedió el lamentable hecho, y tras haberse dado la detención del sujeto, Margarita pudo identificar a su agresor.
La fundación Resistencia Violeta ofreció acompañamiento jurídico y psicológico a “Margarita”, de manera permanente, desde el primer día, pues, debido a este lamentable acontecimiento vive con muchas secuelas, no solo físicas sino psicológicas, incluso se vio obligada a renunciar a su trabajo por temor a salir de su hogar.
En la audiencia de formulación de cargos por presunta violación, el Fiscal de la Unidad de Violencia de Género N° 6 de Pichincha presentó como elementos de convicción: el informe investigativo de la Unidad Nacional de Investigación contra la Integridad Sexual de la Policía Nacional, en el que se detallan las agresiones de las que habrían sido víctimas alrededor de 10 mujeres, incluidas niñas y adolescentes y el informe de seguimientos y vigilancias, efectuados durante varias semanas.
El Código Orgánico Integral Penal (COIP) tipifica la violación como un delito penal. Y establece una condena de 19 a 22 años cuando se produce el acceso carnal, con introducción total o parcial del miembro viril, por vía oral, anal o vaginal; o la introducción, por vía vaginal o anal, de objetos, dedos u órganos distintos al miembro viril, a una persona de cualquier sexo, “cuando la víctima se halle privada de la razón o del sentido” o “cuando se use violencia”.
