Autor: Emily Yugsi
Se realizó un plantón en los exteriores de la Fiscalía en Quito, donde decenas de personas exigieron justicia por la muerte de los cuatro niños afrodescendientes: Ismael (15 años), Josué (14 años), Saúl (15 años) y Steven (11 años). Los menores fueron detenidos forzosamente por militares y posteriormente ejecutados, según denuncian familiares y activistas.
La protesta estuvo marcada por la indignación y el dolor de los asistentes, quienes portaban carteles con frases como: “Vivimos en un narcoestado dictador” y coreaban “¡Nadie se cansa!”. En el lugar, una mujer vestida de blanco se dirigió al público con un megáfono, interpretando las posibles palabras de los niños asesinados:
”¿Qué dirían los niños cuando les han debido pisotear sus derechos? ¿Qué gritarían? ¿Mamá? ¿Pueblo? ¡Me queman! ¡Mami, sálvame! ¡Papá, auxilio! ¡Pueblo afro, dónde están! No me escuchan… me están matando”.
Las palabras resonaron en el ambiente, arrancando lágrimas y encendiendo la ira de quienes asistieron al plantón. La puesta en escena de la mujer vestida de blanco parecía revivir el dolor de las familias afectadas y la comunidad afrodescendiente en general.
La comunidad afrodescendiente y diversos colectivos de derechos humanos han señalado que este crimen no es un caso aislado, sino un reflejo de la discriminación y la violencia estructural que enfrenta este grupo en el país.
Los manifestantes hicieron un llamado urgente a las autoridades para que se investigue y sancione a los responsables de este acto atroz. Hasta el momento, no se han emitido declaraciones oficiales sobre los avances del caso. Los manifestantes colocaron flores, muñecos de bebés y carteles junto a las fotografías de Ismael, Josué, Saúl y Steven. Las familias de los niños aseguran que no descansarán hasta que se haga justicia.
