La inseguridad y el crimen organizado en Ecuador han alcanzado niveles alarmantes, cobrando la vida de numerosos niños en el país. En Guayaquil, una niña de apenas 2 años perdió la vida al ser alcanzada por balas que iban dirigidas a otra persona. En Naranjal, Milan Avilés, un niño de cinco años, murió trágicamente a causa de una bala perdida mientras compraba tortillas con su padre. En la vía Balzar, un niño de 10 años fue asesinado durante un intento de robo. Estos son solo algunos ejemplos de cómo la violencia está afectando a los más inocentes, quienes se encuentran en la línea de fuego en un país donde la inseguridad está fuera de control.
Además de estas muertes, la violencia deja tras de sí una estela de dolor y desamparo. Muchos niños que sobreviven a estos ataques quedan huérfanos, enfrentando una realidad aún más cruda. Desde 2014 hasta mayo de 2024, al menos 1,846 niños han quedado huérfanos en Ecuador debido a la violencia. Esta situación no solo les priva de sus padres, sino también del apoyo necesario para enfrentar el trauma que supone perder a su familia en circunstancias tan violentas.
Aún más preocupante es la falta de atención adecuada para estos niños huérfanos. Según datos recientes, cinco de cada diez de estos niños no han recibido la atención en salud mental que necesitan para superar el impacto de estos eventos traumáticos. Sin el apoyo psicológico necesario, estos menores quedan en una situación de vulnerabilidad extrema, sin las herramientas emocionales para afrontar su nueva realidad, lo que podría tener consecuencias devastadoras para su futuro.
Es imperativo que el Estado ecuatoriano tome medidas urgentes para garantizar la protección y el bienestar de estos niños. No basta con ofrecer apoyo económico; es fundamental implementar programas integrales que incluyan atención psicológica y asegurar que estos menores crezcan en un entorno seguro y protector. Solo así podremos garantizar que estos niños, que han sufrido tanto, tengan la oportunidad de desarrollar todo su potencial y de vivir en un país donde se respeten y protejan sus derechos.
