Juanita Guarderas, destacada actriz de teatro, cine y televisión ecuatoriana, es también propietaria y directora del emblemático Centro Cultural Patio de Comedias en Quito. En una conversación íntima, comparte cómo su amor por el teatro se cultivó desde la infancia gracias a la influencia de sus padres, Raúl Guarderas y María del Carmen Albuja. «Crecí rodeada de arte, música, literatura y, por supuesto, teatro. Mi padre tenía una capacidad histriónica innata y convirtió cada día de mi niñez en una especie de escenario», recuerda Juanita con una sonrisa nostálgica.
El Patio de Comedias, su gran legado, nació de una visión compartida en familia. «Cuando llegamos a Quito, este lugar era solo una bodega. Recuerdo a mi padre paseando, preguntándose qué hacer con este espacio. De pronto, sus ojos brillaron y dijo: ‘¡Un teatro! Hagamos un teatro’. Así empezó todo», cuenta. Este espacio no solo se convirtió en un referente cultural, sino también en un lugar donde Juanita encontró su propósito como artista y gestora cultural.
Sobre los desafíos que enfrentan las mujeres en el ámbito artístico y más allá, Juanita enfatiza que la lucha por la igualdad de género sigue siendo constante. «Las mujeres enfrentamos barreras estructurales todos los días, especialmente en roles de liderazgo. Pero en el teatro he aprendido que nuestras historias y voces son poderosas. Si no nos damos espacio, nos lo creamos», afirma con determinación.
Para Juanita, el teatro es más que una expresión artística; es una herramienta de transformación social. A través del Patio de Comedias, busca no solo entretener, sino también educar y abrir diálogos sobre temas sensibles. «El teatro es un espejo de la sociedad. Nos invita a reflexionar, a cuestionar y, sobre todo, a humanizarnos», concluye. Su trabajo sigue siendo un testimonio del impacto que el arte puede tener en la construcción de una comunidad más inclusiva y consciente.