Doce días han transcurrido desde que Josué e Ismael Arroyo, de 14 y 15 años, junto con sus amigos Saúl Arboleda y Steven Medina, de 15 y 11 años, desaparecieron en el sur de Guayaquil tras un supuesto operativo militar. Lo que comenzó como un encuentro para jugar fútbol el pasado 8 de diciembre en terrenos cercanos al Mall del Sur, se ha convertido en una pesadilla para sus familias, quienes claman por respuestas y justicia.
La denuncia de los padres indica que los menores habrían sido secuestrados por hombres armados vestidos de militares, quienes dispararon al aire y luego se llevaron a los niños. En un mensaje de texto posterior, uno de los presuntos secuestradores señaló que los menores estaban en Taura, cerca de una base militar. Sin embargo, un giro inquietante ocurrió cuando la familia recibió otra llamada afirmando que «la mafia se los llevó». Estas contradicciones mantienen al caso rodeado de incertidumbre.
Según las familias, los niños no tenían vínculos con grupos delictivos y eran deportistas destacados en competiciones interbarriales. «Devuélvanme a mis hijos, tengan misericordia», suplica entre lágrimas Luis Eduardo Arroyo, padre de dos de los menores. Por su parte, la madre de los hermanos Arroyo añade: «Quiero que regresen a casa, que me pidan comida… ya no sé qué responder cuando me preguntan por ellos».
Mientras la Fiscalía y la UNASE investigan el caso, las Fuerzas Armadas aseguran estar colaborando con tres medidas aún no reveladas. Este trágico episodio ha puesto en jaque a las autoridades, quienes enfrentan una creciente presión por esclarecer el destino de los cuatro niños y responder a los desgarradores llamados de sus familias.