El pasado 30 de marzo, Ecuador fue testigo de una movilización sin precedentes en Quito, Guayaquil y Cuenca, donde miles de mujeres salieron a las calles para exigir visibilidad y atención médica para la endometriosis. Esta enfermedad crónica, que afecta a una de cada diez mujeres en edad reproductiva, ha sido históricamente ignorada, retrasando diagnósticos y limitando el acceso a tratamientos adecuados.
La endometriosis ocurre cuando un tejido similar al que recubre el útero crece fuera de él, provocando inflamación, dolor intenso y, en muchos casos, infertilidad. A pesar de su gravedad, el desconocimiento médico y social hace que muchas pacientes pasen años sin ser diagnosticadas. En promedio, una mujer con endometriosis espera entre siete y diez años para recibir un diagnóstico certero, afectando su calidad de vida y bienestar emocional.
Las manifestantes exigieron mayor acceso a diagnósticos tempranos, tratamientos adecuados y el reconocimiento de la endometriosis como una enfermedad discapacitante. También se destacó la necesidad de mayor inversión en investigación para comprender mejor esta condición y desarrollar terapias más efectivas que mejoren la calidad de vida de quienes la padecen.
El mensaje de la movilización fue claro: el dolor extremo durante la menstruación no es normal y la endometriosis no puede seguir siendo invisible. La lucha continúa para que más mujeres reciban la atención que necesitan y para que esta enfermedad deje de ser subestimada por la sociedad y el sistema de salud.