Autor: Emily Yugsi
Estambul, una ciudad conocida por su riqueza cultural y su historia milenaria, también es famosa por una peculiaridad que la distingue de otras grandes urbes: sus amigos peludos callejeros. Estos animalitos han formado parte de la vida cotidiana de la ciudad durante siglos y, gracias a un enfoque único en su gestión y cuidado, son un reflejo de la relación armoniosa entre humanos y animales en el entorno urbano.
En Estambul, los amigos peludos callejeros no son simplemente tolerados, sino que son vistos como miembros activos de la comunidad. A diferencia de lo que ocurre en muchas ciudades, donde los animalitos callejeros suelen enfrentarse al abandono o al maltrato, en Estambul se han implementado políticas que buscan garantizar su bienestar.
Una de las principales características de estos programas es la esterilización, vacunación y registro de los perros callejeros. Las autoridades locales, en colaboración con organizaciones de bienestar animal, marcan a los perros con etiquetas en las orejas que indican que han sido tratados y que están en buen estado de salud. Este sistema no solo ayuda a mantener un control sobre la población canina, sino que también protege a los perros y a los ciudadanos.
Más allá de las políticas gubernamentales, el verdadero corazón del cuidado de los perritos callejeros en Estambul radica en la comunidad. Los habitantes de la ciudad tienen un profundo sentido de responsabilidad hacia estos animalitos. Es común ver recipientes con agua y comida en las esquinas de los barrios, colocados por residentes que consideran a estos perros como parte integral de su vida diaria.
Durante los meses de invierno, cuando las temperaturas pueden ser extremadamente bajas, los ciudadanos tienden a colocar mantas y construir pequeños refugios para proteger a los perros del frío. Esta solidaridad se ha convertido en una parte esencial de la cultura urbana de Estambul, un recordatorio constante de cómo la empatía y el respeto pueden transformar las relaciones entre humanos y animales.
Turquía cuenta con leyes que prohíben el maltrato y la matanza de animalitos callejeros, garantizando su derecho a vivir de manera segura en las calles. Además, las autoridades locales gestionan refugios para aquellos perros que requieren atención médica o que no pueden sobrevivir en el entorno urbano.