El desempleo juvenil en América Latina sigue siendo un problema alarmante. Según un estudio presentado el 3 de febrero de 2025 por Ayuda en Acción y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), uno de cada cuatro jóvenes de entre 18 y 24 años no estudia ni trabaja de forma remunerada. Esta situación genera un impacto social y económico preocupante, ya que limita el desarrollo de una generación altamente formada y con aspiraciones de crecimiento.
El estudio, titulado «Empleo y Juventud en América Latina», también reveló una profunda desigualdad de género en el ámbito laboral. Más del 70% de las mujeres en la región se dedican exclusivamente al trabajo de cuidado no remunerado, lo que limita sus oportunidades de empleo y autonomía económica. Además, los jóvenes que logran acceder al mercado laboral enfrentan condiciones precarias: el 20% percibe ingresos inferiores a la línea de pobreza, lo que dificulta su independencia financiera y la posibilidad de formar una familia.
A pesar de estas dificultades, América Latina cuenta con una de las generaciones de jóvenes más preparadas de su historia. Sin embargo, las brechas en la finalización de la educación superior siguen siendo un obstáculo para la movilidad social. El estudio destacó que más de seis de cada diez jóvenes ocupados podrían insertarse en el sector de servicios, cuya estabilidad depende de la creación de nuevos empleos. De no haber un crecimiento sostenido de la demanda laboral, las tasas de informalidad y desempleo juvenil podrían continuar en aumento.
Desde la CEPAL, el economista Andrés Espejo subrayó en un evento realizado en el Parlamento Europeo de Bruselas que estos escenarios no son inevitables y que es momento de actuar. Las políticas públicas deben enfocarse en la generación de empleo juvenil, la reducción de la informalidad y la equidad de género en el trabajo. Garantizar oportunidades para los jóvenes no solo es una necesidad social, sino también una estrategia clave para el desarrollo económico de la región.