La ecuatoriana María José Paredes-Espinosa está marcando un hito en la ciencia desde el Albany NanoTech Complex en Nueva York. Esta graduada en Biomedicina por Yachay Tech es parte de un equipo internacional de investigadores que trabaja en el desarrollo de minicorazones, una innovadora alternativa que podría reemplazar el uso de animales en pruebas farmacéuticas. Estas estructuras, del tamaño de la mitad de la punta de una aguja, cuentan con todas las células y funciones de un corazón humano, incluyendo su capacidad para latir.
Este avance promete revolucionar la forma en que se prueban los medicamentos. Actualmente, el 92% de los fármacos que superan las pruebas en animales fallan en ensayos clínicos con humanos. Con los minicorazones, se podrían simular enfermedades específicas y evaluar tratamientos con mayor precisión y efectividad, evitando así los errores que derivan del uso de modelos animales.
María José ha enfocado su investigación en el síndrome del corazón roto, una afección relacionada con altos niveles de estrés emocional y que, hasta el momento, no tiene cura. Su objetivo es recrear esta enfermedad en laboratorio utilizando los minicorazones, lo que permitiría probar potenciales tratamientos sin poner en riesgo la vida de ningún ser vivo.
Además de representar un salto científico, este proyecto también tiene un impacto ético relevante. Según expertos, más de 115 millones de animales, incluyendo solo vertebrados, son utilizados cada año en crueles experimentos. Con iniciativas como la de Paredes-Espinosa, la medicina avanza hacia métodos más humanos, precisos y esperanzadores para todos.