El mundo despide con pesar al papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y una figura clave para la Iglesia católica en el siglo XXI. Jorge Mario Bergoglio, nacido en Argentina, falleció a los 88 años, según confirmó el cardenal Kevin Farrell, camarlengo del Vaticano. “A las 7:35 de esta mañana, el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia”, declaró el alto funcionario en un comunicado oficial.
Francisco asumió el pontificado en marzo de 2013, tras la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI, en un contexto de crisis interna para la Iglesia. Desde el inicio, marcó una diferencia con su estilo cercano, humilde y profundamente preocupado por los más pobres y marginados. Bajo su liderazgo, el Vaticano abordó temas sensibles como la corrupción interna, la protección de menores y la inclusión social, dejando una huella imborrable en la historia eclesiástica contemporánea.
Su muerte da paso al inicio de la llamada “sede vacante”, un ritual centenario que marca el proceso para elegir al nuevo papa. Cardenales de todo el mundo se reunirán en el cónclave en la Capilla Sixtina, donde a puerta cerrada, votarán por su sucesor. Este proceso, lleno de simbolismo, incluye cánticos en latín, estrictos juramentos de confidencialidad y la tradicional señal de humo blanco que anunciará al nuevo líder de la Iglesia católica.
El legado del papa Francisco trasciende lo religioso: fue un líder espiritual que habló de paz, justicia, medioambiente y fraternidad universal. Su partida deja un vacío, pero también un ejemplo vivo de fe y compromiso con el prójimo. El mundo lo recuerda no solo como un pontífice, sino como un hombre que, desde la sencillez, supo acercar a la Iglesia con millones de personas que habían perdido la fe en sus instituciones.