Hablar de violencia en Galápagos es reconocer una realidad que no siempre se ve, aunque esté presente en la vida de muchas mujeres. El informe Prevención de las Violencias en las Islas Galápagos (USFQ–2020) evidenció que 1 de cada 3 mujeres ha sufrido violencia, una cifra que invita a reflexionar sobre lo que ocurre detrás de puertas cerradas. Y cuando un estudio de la USFQ en 2019 señala que el 21 % de las mujeres tuvo su primer hijo entre los 14 y 17 años, frente al 5 % de los hombres, queda claro que las desigualdades de género empiezan temprano y afectan el desarrollo personal y educativo de niñas y adolescentes.
Entre enero y noviembre de 2023, el ECU 911 registró 212 llamadas por violencia contra mujeres, una cada dos días. La Fiscalía Provincial reportó la misma cantidad de denuncias, de las cuales el 61 % correspondió a violencia psicológica. El Diagnóstico Provincial 2021–2025 añade que 55,7 % de mujeres mayores de 15 años ha vivido algún tipo de violencia, y el 33,8 % ha sido agredida por su pareja. A esto se suma una percepción social inquietante: según un informe de 2020, el 71 % de hombres y 75 % de mujeres cree que las leyes protegen más a los animales que a las mujeres, lo que revela una normalización que silencia y minimiza el problema.
Frente a este contexto, la USFQ Galápagos interviene mediante procesos de investigación, campañas educativas y espacios formativos que buscan comprender y enfrentar la situación. Estas acciones pretenden visibilizar lo que históricamente se ha ocultado y generar diálogo sobre las causas y consecuencias de las violencias. El objetivo es aportar con conocimiento y acciones que contribuyan a la prevención, reconociendo que el cambio cultural toma tiempo, pero comienza con identificar y cuestionar lo que se ha naturalizado.
En el ámbito institucional, la universidad cuenta con un Protocolo de atención frente a acoso, discriminación y violencia, con un mecanismo claro de reporte, activación de un equipo de respuesta y articulación con servicios de emergencia. Además, impulsa iniciativas como el concurso de cortometrajes Vivir sin Miedo (desde 2023), que utiliza el arte como medio para reflexionar y representar las diversas formas de violencia que existen en el territorio. Cada esfuerzo suma a la conversación social y a la necesidad de construir espacios seguros donde hablar, actuar y acompañar sea posible.


